Crisis de ausencia, la desconexión con el mundo exterior

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Crisis de ausencia, la desconexión con el mundo exterior

La epilepsia es uno de los trastornos más misteriosos que podemos encontrar, a pesar de que es una enfermedad relativamente común, los síntomas son diferentes entre cada paciente; existen muchos tipos de crisis epilépticas, dependiendo del lugar de origen de las descargas eléctricas anormales que suelen medirse a través de estudios de imagen como el electroencefalograma; en pacientes que además manifiestan un daño neuromuscular puede solicitarse una electromiografia para conocer mejor su estado de salud y determinar el tratamiento más adecuado.

Las crisis de ausencia son alteraciones temporales de la función cerebral, se caracterizan por episodios de mirada fija, momentos de desconexión con el mundo en los que no se tiene consciencia del mundo exterior.  Estas crisis suele tener un comienzo y un final súbitos, se deben a una descarga eléctrica sincrónica de los dos hemisferios del cerebro; cada segundo ocurren tres de estas descargas. Las ausencias constituyen entre el 5 y 10% de las epilepsias en menores de entre 3 y 13 años de edad, su punto más alto se da entre los 5 y 6 años quienes no perciben lo que ocurre a su alrededor cuando atraviesan por una crisis, que suele durar entre 5 y 10 segundos y puede repetirse hasta 30 veces en un día.

La buena noticia es que las ausencia es un tipo de epilepsia benigno, con un buen pronóstico si se tratan oportunamente.

El 40% de los pacientes con crisis de ausencia suelen tener antecedentes familiares de algún tipo de epilepsia, son más frecuentes en el sexo femenino. Cuando un padre de familia sospecha que su pequeño sufre de estas crisis, el médico suele pedirle al menor que respire profundo una y otra vez, al cabo de unos minutos se produce la ausencia, pero el diagnóstico se confirma a través de análisis clínicos como el EEG. 

El tratamiento de las ausencias consiste en la administración de medicamentos especiales, que deben ingerirse dos veces al día por un par de años; usualmente las crisis de ausencia duran sólo unos años y no se vuelven a repetir, esta es la principal característica de este trastorno.

Sin embargo, no desaparece solo. Es importante llevar a nuestros pequeños a tratamientos con neurólogos especializados, de lo contrario pueden presentarse otras crisis más severas como las tónico-clónicas generalizadas, que causan convulsiones.

Es muy importante acercarnos con las autoridades escolares e informarles sobre la situación de nuestro hijo o hija, ya que las ausencias pueden confundirse con distracciones, flojera o falta de atención. Debido a que el menor sufre una especie de cortocircuitos, se detiene su actividad, por lo que el desempeño escolar puede ser inferior pero no por falta de inteligencia sino porque no siempre alcanza a escuchar todo lo que se dice o tiene «lagunas mentales» que le dificultan la comprensión y recuerdo de las lecciones.